Aquel día aquel lugar, cualquiera, era extraño como
cualquier lugar, por aquella extensión,
a plena luz, el viento a intervalos
simétricos engendraba un estremecimiento seguido
de algunos momentos de una
incómoda calma, de un algo desconocido, de la transformación en intimidad de
una verdad nueva, al abrigo del azul y del sol que recorría, inevitablemente,
el espacio removiendo impresiones oscuras por haber soñado en la víspera con
tempestades; una impresión material ha entrado por los sentidos, a través de
los perfumes, había bajo aquellos signos algo distinto que yo debía descubrir,
restos de extractos del pasado retenidos en una frase musical, en el hábito y
el vino, la inimitable ornamentación de actos insignificantes, hundidos en la
intensidad que producen una belleza inútil, tan untuosa,
y estos gestos tan
desprovistos de significado, como la plenitud de una tarde a la orilla
del mar
en un final de jornada con solo el propio deseo.
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