Uqbar. sus.m.mús.d.l.g.p. Hay siete uqbars de los que podemos dar cuenta,
por ahora.
Está el
país real, de ubicación incognocible, apariencia de inexistente, dimensiones indeterminadas,
fronteras inciertas, población imprecisable, geografía indistinta, economía indefinida,
historia inclasificable, rarezas incalificables, e imperio inconfundible.
Tenemos a
nuestra disposición la palabra que la designa, por todos conocida, que nos dice
tantas cosas.
Dos uqbars
geográficos. Una en la orilla izquierda del Tigris entre Samarra y Bagdad. Otra
en Argelia donde hay o hubo una en la cordillera del Atlas.
Existe un
artículo aparecido en el volumen XLVI de la enciclopedia The Anglo
American Cyclopaedia (Nueva York, 1917), que es una reimpresión literal de la
Encyclopaedia Britannica de 1902.
Lo
encontramos como un país imaginario en un cuento del escritor argentino Jorge
Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986).
Y
finalmente debemos citar a un dispositivo que agrupa a una pandilla que se
expone a sí misma haciendo música.
En el paisaje
de la provincia de Buenos Aires, República Argentina, una mirada distraída sólo
percibiría un punto en el lejano horizonte, en la vasta llanura, produciendo
sonido, haciendo música, pero esta Fata Morgana es engañosa ya que la actividad
de la horda no es exclusivamente musical. Aproximándose, el curioso descubrirá
en esta región, cuyas fronteras se disuelven en el mundo, como se hibridan,
mezclándose como en una licuadora, muchas prácticas destrezas conocimientos hábitos
y costumbres, estilos y métodos, lenguas, ritos, relatos y herencias, historias
y viajes de migrantes que producto de un previo mestizaje forman camarilla,
situándose en un espacio en común para fundar un sitio. En este punto de convergencia
[sin duda un Aleph], la búsqueda colectiva resultante produce músicas vivas, instantáneas
de un momento dado en el proceso de su construcción. Sus cualidades extravagantes
(obviamente sobresalientes) son:
Un estilo
indeterminado; una voz propia; un su sonido acicalado complejamente pero no estrafalario, elegante, no
chillón [porque el atavío suele revelar a los personajes, y los de categoría y
calidad son de suma distinción a este respecto].
No toman ni
dan prestado [porque se vician los buenos recursos]; escuchan el sonido de todos, y no se guardan el propio, a
todos prestan oídos, y su voz, a quien quiera oír; sobre todo, son fieles a sí
mismos [de ello se sigue, como el día a la noche, que no son falsos con nadie].
Revelan su
discurso con soltura, sin vocearlo como lo haría un propagandista; no se contonean
ni braman, lo hacen todo con mesura [porque en un torrente tempestad torbellino
de emoción la sobriedad da fluidez (exaspera ver cómo los escandaloso desgarran
y hacen trizas la emoción atronando los oídos con ruidos y pantomimas absurdas)];
tampoco son tibios apáticos blandos distantes helados tiesos como palo; los
guía el equilibrio, amoldan el gesto al sentimiento y el sentimiento al gesto,
cuidando sobre todo de no exceder la naturalidad, pues lo que se exagera se
opone al fin de esta empresa, cuyo objeto ha sido y sigue siendo poner un
espejo ante quien percibe, mostrar un mundo posible, haciendo música.
La música
que la camarilla expone las causa integra, meticulosa y delicadamente [temerariamente]
un sujeto de apellido Díaz, uno de esos Díaz. Sus secuaces situados en el lugar
de los afectos [apegos aficiones afecciones simpatías estimas preferencias
querencias vocaciones predisposiciones disposiciones inspiraciones], hacen [obran
ensayan arreglan cantan trabajan producen, se acoplan], hacen música.
Las obras
aluden a textos literarios, sugieren un saber; o intentan relatar alguna
historia personal, atañen a la memoria y su consecuente olvido; o describen
paisajes íntimos, una manera de penetrar en la
privacidad de las cosas, una manera de trabajar la materia cálida y densa; citan imágenes ruidos texturas sabores olores,
el cuerpo en un rincón
fuera de la extravagancia, una aparición surgida, una visión a la vez concreta
e inmaterial. Todas sugieren
al oyente un rompecabezas que toma la materia sólida del sonido, música.
Hay en este
territorio, con la apariencia de un mosaico, ocasiones en las que emergen acciones
dramáticas, pregonado de textos, performances e imágenes en movimiento, que se
combinan creando una intrincada red, proponiendo nuevos sentidos, superponiendo
capas de significación a la música.
El
resultado es la ampliación del campo perceptivo, multiplicando al infinito lo
propio de los sentidos, estableciendo una relación activa del perceptor con las
obras, que entregados al
encanto del sueño-espejismo [colosal fenómeno óptico, escenificación destinada
a hacer surgir en un paisaje una apariencia, una metamorfosis de una acuarela],
son capaces de ver,
gustar, sentir, oler y oír más música.
Hoy con
densidad Uqbar dibuja su cartografía personal.
Hoy Uqbar
hace música.
[De Die
Encyclopaedia avec Uqbar, New Edition, Vol. VI "Ukbar" (Luján,
A.C.Fountaine, 1988), pp. 790b-791a in El-Ukbar; Vol. X "T-U", pag.
435a for Uqbar avec the Pampas in Argentine.]
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